La pregunta del millón: ¿Dónde está Harold Miner?
Posiblemente nunca en la historia del básquetbol, un jugador haya despertado tantas veces las preguntas de propios y extraños del ambiente o de meros aficionados: "¿Qué es de la vida de Harold Miner?"
He escuchado, leído, visto preguntar eso a decenas, cientos de personas, y en muchos casos la respuesta ha sido la misma: "Ni idea". Pues empecemos a contar parte de la historia, y veamos si esa eterna pregunta tiene alguna respuesta posible.
Harold Miner fue un excelente proyecto nacido en la universidad de Southern California. La misma de Jason Kidd. De hecho, es contemporáneo al actual base de los Nets. Un escolta explosivo, del que se recuerda casi excluyentemente una cualidad: su espectacularidad. Desde mi punto de vista lo compararía con Vince Carter: un escolta casi abonado a las 10 mejores de la semana, con escaso compromiso del juego el equipo, con una defensa casi inexistente, y que posiblemente no hubiera trascendido de no ser por esa virtud que ya le señaláramos, y por su capacidad de anotación.
Hagamos un poco de historia, lo más brevemente posible: Elegido por Miami en el draft de 1992 en el puesto 12, los de la Florida buscaron crear un equipo alrededor de Miner, de Glen Rice y de Steve Smith. Tres talentos sin duda, más la ayuda de Rony Seikaly bajo el canasto. Las cosas no irían del todo bien para el equipo, pero Miner sí ganaría notoriedad: su triunfo en el Slam Dunk Contest de 1993 y un promedio de cerca de 10 puntos con buenos porcentajes de tiro para un escolta (rondando el 47%) lo ponen dentro de la consideración general, quizá incrementando más aún aquello que lo promocionaba como el "Baby Jordan" (mote que lo seguiría hasta su pseudodesaparición mediática).
Para la temporada 95-96 Miner ya era un jugador más de la NBA. Hay jugadores que son NBA y jugadores que tienen categoría NBA. Nuestro protagonista ya formaba parte de ese primer grupo, seguramente el más numeroso. En Cleveland se encontró con Mike Fratello, un técnico amante de la defensa y necesitado de jugadores funcionales más que de estrellas espectaculares. Em 19 partidos "Baby Jordan" promedió apenas 3 puntos.
A todo esto, y más allá de lloverle propuestas de clubes europeos (por aquellos años, Grecia era un paraíso económico y pagaba tanto o más que algunos contratos importantísimos de la NBA, de hecho Dominique Wilkins llegó a jugar en sus últimos años en el Panathinaikos, tentado por la billetera de los dueños del club de Atenas), Miner no podía jugar en otro lugar que no fuera en la NBA. Su contrato con Nike era bien claro: ganaba fortunas en concepto de publicidad para la marca que salvó Jordan, pero no había otra chance de desarrollar su básquetbol que no fuera la mejor liga del mundo.
A los 25 años, cansado de las lesiones y de tener poco protagonismo en equipos perdedores (incluso jugó un tiempo en Toronto, llevado por Isiah Thomas), decidió dejar la práctica activa del básquetbol. Uno imagina (y muchas veces ocurre) que un ex jugador estará ligado, de una u otra forma, al básquetbol. En el caso de Miner, no ha sido así, y quizá por ello tanta gente se pregunte qué ha sido de su vida deportiva y personal.
Miner posee sólidos negocios en la zona de Los Angeles. No desea volver a tener contacto con una pelota de básquetbol. Es entendible: su carrera NBA estuvo llena de sinsabores. Pero a nosotros nos quedará el recuerdo de ese torneo de volcadas de 1993, el jump shot de zurda y su comentario sobre un torneo 1 contra 1 en el que jugó contra Michael Jordan:
"Creía que era mejor que Jordan y justo tuve la chance de enfrentarlo en un torneo de 1 contra 1 en Los Angeles, a cinco encestes. Arranqué con todo y me puse cuatro a cero al frente. Me dije 'evidentemente soy mejor'. Hasta que después sí, parece que entró Jordan a la cancha. Convirtió cinco ocasiones seguidas con una facilidad que yo jamás lograría conseguir, y que jamás haya visto"